Fue por la fe que Noé construyó un barco grande para salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido. Hebreos 11: 7a (NTV)
¿Conoces o has conocido alguna vez a personas pesimistas que cuando deseas emprender algo te desaniman a intentarlo? ¿Esas personas negativas que en lugar de tener una solución para cada problema, tienen un problema para cada solución? Yo los llamaría los “rompe sueños”. Son aquellos que cuando estableces algunas metas para tu familia, tu carrera, tu crecimiento espiritual o cualquier tipo de meta, te dicen: “Estás mal”, “eso no se puede hacer, olvídalo”.
Desgraciadamente estamos tan acostumbrados a oír más las voces y el ruido de afuera que nos quedamos sin oír lo que Dios nos dice. Él te habla suavemente porque está muy cerca de ti, solo tienes que aprender a escucharlo.
Los rompe sueños pueden ser críticas, pueden ser cosas que te hieren que pueden provenir de la cultura que te rodea. También pueden ser amigos y familiares, pero el rompe sueños más grande puedes ser tú mismo, la forma en que hablas contigo mismo.
El antídoto para cualquier voz que te desalienta, es escuchar la voz de Dios. Debes escuchar Su voz, no las voces que te hacen dudar. Si empiezas a hacer planes de lo que quieres lograr en los próximos años, debes escuchar lo que Dios quiere que hagas, no lo que te dicen todos los escépticos, los críticos, o los rompe sueños.
En la Biblia, encontramos que en los tiempos de Noé, también habían los ya mencionados rompe sueños. ¿Te hubiera gustado ser el vecino de al lado de Noé? Quizá dirías: "Ese tipo, Noé, está loco, cree que Dios le habla, además está obstruyendo el paso hacia afuera e invadiendo mi banqueta al construir esa arca en frente de su casa.”
Imagina la presión que también experimentó con su propia familia al reclamar: "¿Por qué no puedes conseguir un trabajo normal?”
A diario nos topamos con esta clase de rompe sueños, pero el que más influye en tu vida es el que viene de ti mismo. Las palabras que dices en la vida son las palabras que te dices a ti mismo. Hablas contigo mismo todo el tiempo y no siempre es bueno. Si hablaras con tus amigos de la misma forma en que te hablas a ti mismo, no tendrías amigos porque te dices cosas como “debería”, “debo”, “tengo que”, “por qué no lo hice”, “no soy bueno”, “no puedo hacerlo”, “no sirvo”, “soy inútil”. Así que luchas contigo mismo para convencerte de la visión de Dios, el sueño de Dios, lo que Dios tiene para tu vida una y otra vez.
Por eso, no puedes confiar que te dirás a ti mismo la verdad, tampoco puedes confiar en lo que otras personas dicen de ti. La única voz en la que puedes confiar todo el tiempo en cualquier situación es la voz de Dios.
La Biblia nos dice que Noé escuchó a Dios. ¿Y qué fue lo que escuchó? Escuchó la advertencia de Dios de que el mundo iba a ser destruido. Escuchó lo que aún no se había visto en su tiempo y lo creyó. Eso es la fe, estar seguros de algo que aún no hemos visto.
Esta es exactamente la misma situación en tu vida. No puedes ver tu futuro. No sabes lo que va a pasar. Sólo puedes confiar en Dios para tu futuro.
No puedes ver lo que El hará en tu vida en los próximos años, pero puedes estar seguro de que está trabajando en cada situación que enfrentas para hacerte más fuerte en la fe y para que dependas de Él cada día más. Así que, puedes estar confiado, tener esperanza y fe en lo que Dios hará.
Solo pídele al Señor: "Jesús, quiero escucharte, no las voces de la duda. Sé que en algún momento me encontraré con personas que tratarán de desanimarme, pero quiero escuchar lo que dices tal como lo hizo Noé. Quiero hacer exactamente lo que me dices y quiero negarme a claudicar sólo porque tengo ganas de rendirme. Quiero aferrarme al sueño que me das”.
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