Gracia y paz mis hermanos y hermanas.
No cabe duda que nos ha tocado vivir momentos verdaderamente difíciles, no solo recientemente como nueva comunidad, en sentido general, hemos sido testigos de un sin número de eventos por demás violentos, no solo en nuestro entorno cercano (condición desgraciadamente ya casi “normal” en nuestro vivir cotidiano), 2,500 muertes violentas en el pasado mes de julio, cifra que rompió un record para el mismo mes del año pasado. Sin embargo, aunado a eso, vivimos cercanamente la tragedia vivida en El Paso Texas.
La cercanía con nuestra hermana Lorena Manso nos hiso ser más sensibles a esa tragedia ya que nos enteramos de que pudo haber estado en el momento del ataque artero y cobarde del agresor.
Dimos y damos gracias por la bendición que nuestro Dios prodigó para con ella, y en último término también para con la comunidad ya que de haber ocurrido algún daño a nuestra hermana Lore, hubiera impactado de una forma no imaginable nuestro sentir en forma muy triste. No habíamos asimilado la noticia, cuando ese mismo día, más tarde en Dayton Ohio, otra masacre había sido perpetrada.
El tema, y punto central del mismo, es la raíz de toda esa violencia generada y globalizada, la pérdida total del sentido de la vida y el odio e intolerancia generado, en el caso del país del norte por el discurso racista de sus máximas autoridades. Pero comentamos que esto es un síntoma generalizado de la sociedad enferma y caduca en la que nos tocó vivir y esto es en forma global, la sociedad, la estructura de la sociedad está en pecado, es decir estamos hablado de un pecado estructural.
El Señor Jesús anticipó esta época en el sermón del monte, cuando nos expresó: y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mt 24:12).
Desgraciadamente, todo este odio y violencia se está dando, no solo en todo el mundo, lo triste es que se da en países en que el “cristianismo” es la religión mayoritaria, eso es lo triste. El punto mis hermanos, no solo es la denuncia de la situación, el punto es ¿qué estamos haciendo nosotros como ciudadanos del reino de los cielos? Es obvio que jamás se ha entendido el mensaje de Jesús, un mensaje de amor inconmensurable, ¿qué podemos argumentar en contra?, cuando Jesús nos dice de su padre que de tal manera amó a su creación, que dio a su propio hijo para salvar a esa humanidad.
Otro gesto de amor para con nosotros es lo que nos legó en el evangelio de Juan cuando nos dice: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Esa paz que Jesús nos dio, es la misma que necesita el mundo entero, ese mundo sumergido en el pecado estructural, que necesita ser liberado, redimido, el mundo espera esa redención, pero debe venir de los redimidos, no de los asistentes a iglesias, de eso hay millones, sin embargo, el mundo está cada vez peor. Es necesario pues, no temer y llevar ese mensaje de Jesús, a la manera de Jesús, hasta sus últimas consecuencias, para eso fuimos redimidos por su sangre.
Esta sociedad enferma, contaminada, insensible y llena de odio, necesita vehemente la paz de Jesús, lo menos que debemos hacer es proclamarla al mundo, y mi hermano no es una sugerencia, es un mandato es un imperativo. Entender que el reino de los cielos se ha acercado, quiere decir eso, que el reino de los cielos, en la persona de Jesús, ha irrumpido en la historia del hombre para transformar el caos de la sociedad actual, en el reino que Dios pensó para su creación.
Pero esto solo se puede hacer con quienes han dejado de asistir a iglesias, para ser protagonistas del mensaje de la buena nueva de Dios para el mundo, no en balde el ángel de Dios anuncio la irrupción del reino de los cielos sobre esta tierra de la siguiente forma ¡Gloria a Dios en las alturas!, Y en la tierra paz, ¡buena voluntad para con los hombres! (Lc 2:14)
Siendo esta la voluntad expresa de parte de Dios para con la humanidad, lo menos que podemos hacer mis hermanos, ¡es proclamarla!, ¿no cree?
B. M. Ulaje <><
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